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1 Feb, 23:12

viernes, 20 de octubre de 2006

CAMPEONES


INAUGURACIÓN

A pesar de que en Estados Unidos al ganador de la NBA se le llame "campeón del mundo", no lo es. Los Miami Heat son sólo campeones de la liga de baloncesto más espectacular del mundo.
El Campeón del Mundo es otra cosa. Los Campeones del Mundo somos los españoles gracias a nuestra selección.

Creo que felicitar a los nuestros y felicitarnos entre nosotros por ser aficionados a este deporte, es una buena inauguración para este blog.

A continuación tenéis una carta a la selección que escribí y envié a los amigos del basket de As, Marca, Onda Madrid y la propia FEB. Espero que os guste.

" CARTA A LA SELECCIÓN DE BASKET

MIL GRACIAS. Y PERDONADME.

Ahora que ha pasado la locura y hemos tenido un tiempo para celebrar y reposar la gran victoria, quiero daros mil gracias por el esfuerzo de todos estos años, que os han llevado a lograr el triunfo de un campeonato del mundo absoluto: habéis contado con mi atención, mis madrugones, mis grabaciones, mi apoyo desde la lejanía.

Y perdonadme, porque os voy a hacer caso casi literalmente: efectivamente, un trocito de esas medallas de oro que llevabais al cuello es mío.

Claro que sí, porque yo soy de los que lleva más 20 años –y tengo 34- siendo uno de los “raros” que se pierden un partido de fútbol decisivo por ver uno intrascendente de basket; porque soy uno de esos a los que le han dicho mil veces que en lugar de jugar a uno deporte de hombres juega a uno de niñas; porque soy uno de esos que no grita en la oficina o en el bar discutiendo un fuera de juego; soy uno de esos que duerme menos pero no por estar de marcha, sino por ver una y otra vez partidos inolvidables o jugadas increíbles para aprender lo que se pueda.

Claro que sí, porque no puedo evitar sentirme tan orgulloso de esa medalla como si yo hubiera metido alguna de las canastas o puesto alguno de los tapones o cogido alguno de los rebotes que aparecen en la estadística de la FIBA. Mi aportación al basket es pequeñita y anónima, pero llevo años y años haciéndola y me siento orgulloso y también agradecido.

Orgulloso de que mis pulmones asmáticos y yo nos dedicábamos con 12 años a tirar cientos de suspensiones solitarias y pasar miles de botes entre las piernas mientras los demás hacían carreras y partidos de deportes que mi cuerpo no soportaba; orgulloso de que el objetivo de jugar algún día en algún equipo aficionado fue mi motivación durante años de recuperación; orgulloso de que la constancia y tenacidad que esa meta requería sea ya parte de mi personalidad; de haberlo logrado y que sea una de mis mayores alegrías.

Y agradecido porque yo he aprendido el valor del trabajo en equipo ofreciendo bloqueos, haciendo ayudas defensivas, recibiendo asistencias, dibujando jugadas en las que los cinco éramos imprescindibles. Porque yo he aprendido el valor de los detalles estudiando miles y miles de planillas de estadísticas. Porque yo he aprendido humildad jugando solo los minutos de la basura o chupando banquillo partidos enteros cuando otros aportaban más que yo. Porque yo he dejado de lado cualquier tentación de sumarme al racismo de la antigua España, y quizá de la nueva, viendo el trabajo, la inteligencia, el liderazgo, de mis ídolos de color. Porque yo he aprendido a querer como a un hermano a aquel odiado rival porque compartía mi pasión y compartimos ahora los recuerdos de partidos concretos y temporadas enteras disfrutando de nuestro deporte minoritario.

Bienvenidos al baloncesto a todos aquellos que atraerá el imán del campeonato del mundo y a aquellos que volverán tras serle infiel a este deporte una temporadita; con cariño os pido que os acordéis de los que siempre hemos estado y nunca nos hemos ido y nos respetéis (medios de comunicación, organizadores de torneos, patrocinadores...); con mucho gusto os recibiremos y nos alegraremos juntos de crecer en número y en presencia.

Yo no puedo sentirme ajeno al basket, ni a este triunfo, cuando llevo viendo basket desde que en casa había la televisión en blanco y negro de 15 pulgadas, desde que Lavodrama daba sus primeros pasos, desde la última temporada de Julius Erving que llegué a tiempo de disfrutar, cuando he visto oxidarse los aros y pudrirse los tableros de más y más pistas que en los malos tiempos ningún ayuntamiento reparaba, cuando he conocido los vacíos del Raimundo Saporta y los rincones del Palacio de los Deportes y ya no existe ninguno de ellos, cuando me iba frustrado de la ciudad universitaria los días que ya no había suficiente gente para las pachangas, cuando he llorado por el SIDA de Magic, por la muerte de Fernando Martín en la curva de la M30, por la desaparición de Petrovic, contra-ejemplo en europa y ejemplo en USA; cuando he oido a Jordan tres veces despedirse del baloncesto activo; cuando me es imposible disociar los acordes guitarreros de Faith de George Michael de la emoción de un partido de la NBA.

No puedo dejar de sentirme parte de este deporte, sus malos tiempos y su gran triunfo también, porque mi hijo y mi hija han sabido con tres años quién es Jordan, quién es Bryant y quién es Gasol, porque el baloncesto me ha ayudado a hacerles entender porqué es mejor trabajar en equipo que de forma individualista, a convencerles de que practicar mucho es la única manera de aprender tanto a botar el balón como a dibujar el número dos, porque ya saben que tiene más mérito hacer un lanzamiento medido con precisión que dar un patadón.

Gracias, componentes de la selección, por trabajar tanto este tiempo e ir a Japón a por mi trocito de medalla.

Firma un aficionado con la misma estatura que las muletas de Gasol. "


1 comentario:

Anónimo dijo...
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